Dalton's Journal

Train Royale
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Downtime

La vida de un preso

Cada día en esta cárcel es como una eternidad de sombras y monstruos que acechan en cada rincón. Me levanto antes del amanecer, con el frío de la losa bajo mis pies descalzos. El gobierno nos utiliza como peones en su juego macabro, enfrentándonos a criaturas que harían estremecer al más valiente. No hay escape, solo la promesa de un día más si logro sobrevivir.

Mi única motivación en este infierno es perfeccionar mi puntería. Desde que me reclutaron, he aprendido a disparar como si mi vida dependiera de ello... y en realidad, así es. Cada enfrentamiento es una prueba de fuego, donde cada bala cuenta y cada error puede costarme la vida. Entreno en cada momento libre, afinando mi precisión con la esperanza de algún día ser tan letal como los monstruos que cazo.

El dinero que gano, lo que no gasto en sobrevivir, lo invierto en cigarrillos. Es lo único que me brinda algo de consuelo en este lugar inhóspito y lleno de pesadillas. El humo se convierte en un pequeño respiro, un escape efímero de la realidad retorcida que me rodea. Me siento en un rincón oscuro de mi celda, inhalando el humo con desesperación, buscando un momento de paz que nunca dura lo suficiente.

Cada noche, cuando me acuesto sobre mi colchón gastado, cierro los ojos y trato de no pensar en lo que vendrá mañana. En cambio, me concentro en la única meta que me mantiene cuerdo: ser un mejor tirador. Porque en este lugar donde los horrores caminan entre nosotros, la única forma de sobrevivir es siendo más rápido, más certero, más letal.

Vampire-enthusiast Mansion
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Downtime

Los meses de un prisionero

Han pasado varios meses desde que llegué a este infierno. La rutina se ha vuelto más monótona pero también más peligrosa. Me he acostumbrado a los horrores que enfrento cada día, pero nunca me he permitido bajar la guardia. Mi puntería ha mejorado considerablemente. Ya no tiemblo cuando veo a una de esas criaturas acercarse; ahora, mi mente se enfoca en encontrar el ángulo perfecto para un disparo certero.

Cada mañana comienza con un entrenamiento intenso. He aprendido técnicas de supervivencia que nunca pensé que necesitaría. Los disparos se han vuelto más precisos, más letales. A veces, durante los enfrentamientos, parece que el tiempo se detiene mientras ajusto mi mira y aprieto el gatillo. La satisfacción de ver caer a un monstruo por mi mano es breve pero intensa, un recordatorio de que sigo vivo y sigo luchando.

El dinero que gano, ahora, lo invierto en mejoras para mi armamento y en algunos privilegios dentro de esta prisión infernal. Aunque los cigarrillos siguen siendo mi pequeño consuelo, he aprendido a encontrar paz en otros momentos fugaces: en la calma antes de la tormenta, en el respiro entre batallas, en las conversaciones cortas con otros presos que han sobrevivido tanto como yo.

Mis noches son menos intranquilas ahora. Aunque los sueños siguen plagados de monstruos y los gritos de los caídos, también hay un nuevo tipo de sueño: el de la libertad. Sueño con el día en que mi puntería y mi determinación me lleven más allá de estos muros, donde pueda usar mis habilidades de una manera que no esté manchada por el dolor y la desesperación.

Cada día que pasa, me encuentro a mí mismo siendo un tirador más hábil y un sobreviviente más astuto. En este lugar oscuro y lleno de terror, he encontrado una forma de resistir, de mantener mi humanidad intacta, aunque todo a mi alrededor se desmorone en caos y horror.

 
 
 
 
Murder Mistery with a twist
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Una luz entre tanta oscuridad

Han pasado meses desde que entré por primera vez en este laberinto de pesadillas. Con el tiempo y la práctica constante, he pasado de ser un novato tembloroso a convertirme en un maestro de las armas de fuego. Cada arma que sostengo se siente como una extensión natural de mi cuerpo, una herramienta que domino con precisión quirúrgica y letalidad calculada.

Mis días comienzan con ejercicios meticulosos de puntería y tácticas avanzadas. He perfeccionado mi habilidad para disparar desde ángulos imposibles, para desarmar a los enemigos con rapidez y eficiencia. Ya no tengo miedo cuando las sombras se agitan a mi alrededor; en cambio, mi mente se vuelve aguda y concentrada, buscando la debilidad en cada monstruo que se atreve a cruzar mi camino.

El dinero que gano ahora se invierte sabiamente en mejoras para mis armas y en herramientas que me ayuden a mantener mi ventaja táctica. Los cigarrillos ya no son solo un consuelo; son una recompensa después de un día de enfrentamientos intensos, un momento de paz efímera en medio del caos interminable.

Mi reputación dentro de estos muros es la de un guerrero implacable, un hombre cuya puntería es legendario entre los presos y los guardias por igual. A veces, incluso siento que soy más monstruo que los horrores que enfrento, que mi habilidad para manejar las armas me ha transformado en algo más allá de la simple humanidad que una vez poseí.

Pero en el fondo de mi ser, sigo siendo un prisionero, atrapado en una realidad distorsionada donde la única salida parece ser a través del cañón de un arma. Mis sueños de libertad se han desvanecido en la niebla de la supervivencia diaria, pero sigo aferrándome a la esperanza de que algún día mi maestría con las armas me lleve más allá de estos muros y hacia un nuevo comienzo donde pueda usar mis habilidades para proteger en lugar de destruir.

The Tower of Babel-On.
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Otro mes más

El mes que siguió después de nuestra misión en la torre fue uno de los más intensos que he vivido en la prisión. Cada día, el amanecer era una llamada a la preparación y la supervivencia. Despertaba antes de que el sol se levantara, el frío de la losa bajo mis pies descalzos recordándome la dureza de mi existencia. La rutina de la prisión era implacable, pero me había comprometido a aprovechar cada segundo para mejorar mis habilidades.

Cada mañana comenzaba con una serie de ejercicios físicos que incluían carreras en el patio y entrenamiento de fuerza. Después de una breve pausa para desayunar, me dirigía a la zona de entrenamiento de tiro. Pasaba horas disparando a blancos móviles y estáticos, perfeccionando mi puntería con una variedad de pistolas. Me desafiaba constantemente a mejorar mi tiempo de reacción y mi precisión, consciente de que cada bala podría ser la diferencia entre la vida y la muerte en el campo de batalla.

Las sesiones de entrenamiento no eran meras prácticas; eran simulacros de los enfrentamientos que tenía con las abominaciones a las que me obligaban a combatir. Estas criaturas, surgidas de pesadillas, eran cada vez más feroces y letales. Mi experiencia en la torre me había enseñado a no subestimar a ningún enemigo, por lo que cada encuentro era un test de mi habilidad y mi capacidad para adaptarme a nuevas amenazas.

El gobierno no escatimaba en enviarnos a misiones aún más peligrosas. Durante estas salidas, mis habilidades con las pistolas se ponían a prueba constantemente. Aprendí a identificar y explotar las debilidades de las abominaciones con las que luchaba. Mi capacidad para mantener la calma bajo presión y ejecutar disparos precisos se volvió una segunda naturaleza. Las misiones eran una mezcla de terror y adrenalina, pero cada victoria me daba una sensación de logro que era difícil de encontrar en otro lugar.

En mis momentos de descanso, solía buscar un rincón tranquilo donde podía fumar un cigarrillo. Este pequeño ritual era mi manera de desconectar brevemente de la realidad, un momento de paz en medio del caos. Reflexionaba sobre las batallas del día y planificaba cómo mejorar mis estrategias y técnicas.

Las noches eran un reflejo de mis días: intensas y llenas de entrenamiento mental. Revisaba mentalmente cada enfrentamiento, cada disparo, buscando maneras de ser más eficiente. Aunque mis sueños seguían plagados de monstruos y gritos, mi determinación se fortalecía con cada día que pasaba.

En resumen, el mes fue un ciclo constante de entrenamiento, combate y reflexión. Cada día en la prisión me empujaba a ser más fuerte y más hábil, a convertir mis pistolas en extensiones naturales de mi cuerpo y a encontrar en cada cigarrillo un breve respiro en mi interminable lucha por la supervivencia.

Military Raid
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Downtime
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SCP Lab
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Psicólogo time

Después de la última misión en las instalaciones de SCP, no solo mi cuerpo estaba agotado, sino que mi mente también había sido llevada al límite. La experiencia me dejó con cicatrices psicológicas profundas, y al regresar a la base, supe que necesitaba tiempo para recuperarme. Las imágenes de los cadáveres, los monstruos y los juegos mentales que enfrenté seguían persiguiéndome, incluso en mis sueños.

Los primeros días fueron los más difíciles. No podía dormir sin despertar empapado en sudor, reviviendo una y otra vez el momento en que casi me disparo a mí mismo bajo la influencia del monstruo. Cada sombra, cada ruido repentino me hacía sobresaltarme, como si estuviera aún en esos pasillos oscuros y peligrosos.

El coronel me asignó un terapeuta especializado en trauma de combate. Pasé horas en sesiones, hablando de mis experiencias y tratando de procesar lo que había vivido. El terapeuta me ayudó a entender que mis reacciones eran normales, una respuesta humana a situaciones inhumanas. Poco a poco, comencé a aceptar lo que había pasado, a entender que no era culpa mía y que había hecho lo mejor que pude en circunstancias extremas.

Parte de mi recuperación incluyó entrenamiento físico. Pasé mucho tiempo en el gimnasio, no solo para mantener mi forma física, sino para despejar mi mente. El ejercicio me ayudó a canalizar mi ansiedad y frustración. Además, practiqué técnicas de respiración y meditación que me enseñaron durante las sesiones de terapia. Estas técnicas me dieron herramientas para controlar mis pensamientos y calmar mi mente.

Mis compañeros de unidad también jugaron un papel crucial en mi recuperación. Aunque algunos me miraban con desprecio por mi pasado como preso, otros me ofrecieron su apoyo y comprensión. Compartir mis miedos y experiencias con ellos me ayudó a sentirme menos solo y a reconstruir mi confianza.

Después de un mes de intensa recuperación, me sentí más fuerte, no solo físicamente, sino también mentalmente. Sabía que las cicatrices psicológicas no desaparecerían por completo, pero estaba mejor equipado para enfrentarlas. Estaba listo para volver al campo, no como un hombre roto, sino como alguien que había enfrentado sus demonios y había salido más fuerte.

Haunted building rescue party
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Drama-sseum.
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